OBSERVATORIO HILVANARES:
APRENDER A MIRAR DE OTRAS MANERAS PARA NOMBRAR LO INVISIBLE PERO DETERMINANTE
“El capitalismo no es algo externo a nosotros.
Es cuestión de cómo se organiza nuestro hacer,
como pensamos.”
John Holloway
Se dice que informar es comunicar un suceso reciente, un acontecimiento de interés público. A tal suceso se le denomina Noticia. Las instituciones que procuran las noticias se denominan Medios de Comunicación. Los medios de comunicación dicen actuar con ética profesional: se supone que la información es objetiva e imparcial, es decir, no favorece interés privado alguno, no moraliza la realidad, solo la describe en cuanto hechos empíricos y la entrega a la llamada opinión pública para que ésta saque sus propias conclusiones.
Pero la objetividad y la imparcialidad que se supone deben caracterizar a los medios comunicativos son una ficción, una mitología moderna. Los medios de comunicación son instituciones que responden a intereses particulares; la mayoría de ellos, sobre todo los que corresponden al espectro electromagnético (televisión y radio), operan bajo la lógica del mercado global y su principal móvil es la reproducción de las ganancias que les proporciona el patrocinio de diversas empresas y marcas, así como los mensajes pagados por gobiernos y partidos. Además sus principales accionistas pertenecen a las más altas esferas del poder. Los medios comunicativos son corporaciones que poco a poco se han ido fusionando con otras redes comunicativas y con otras corporaciones transnacionales.
El papel de los grandes medios de comunicación es determinante para orientar el pensamiento político, los valores, las normas, las ideologías y diversos comportamientos intersubjetivos diseñados explícitamente para alcanzar ciertos objetivos: alimentar la compulsión consumista de millones de sujetos, desprestigiar y aislar a las disidencias sociales y favorecer a ciertos sectores de las clases políticas con los que se encuentran coludidos. Ellos contribuyen a crear una imagen de la realidad que aparenta ser la única real, la única posible.
Así, los grandes medios diseñan al individuo promedio adecuándolo a sus propios intereses, mermando su capacidad crítico-reflexiva, separándolo del resto de la sociedad a la cual solo se accede por los canales de los mismos medios. La televisión, por ejemplo, ahoga al individuo en un mar de imágenes que no se reflexionan y se viven como “naturales”; con este poder pueden hacer de un hecho violento algo “divertido”. La doble moral y la manipulación de las emociones son prácticas comunes de las grandes agencias informativas, y algunas de sus consecuencias son la generación de culpas e inseguridades que van tornando apáticos e insensibles a miles de personas, mismas que no conocen más autoridad que la de su artista o locutor favorito. Quienes desde el poder se disputan el rumbo de la realidad defienden un etableshiment cargado de sinsentido.
México es un país donde la televisión forma parte integrante de la dominación por la vía de la manipulación emocional; insertándose en las dinámicas familiares y sociales; favoreciendo el hartazgo y la inmovilidad social; la posibilidad de hacernos escuchar es mínima. Nuestro primer obstáculo para comunicarnos efectiva y afectivamente es la apatía generalizada de los unos por los otros. Para franquear dicho obstáculo requerimos de un esfuerzo que logre contraponernos al mundo artificial creado por los medios oficialistas.
La realidad actual nos demuestra que lo que no se nombra no existe. Y los grandes nominadores se cierran al sinnúmero de caminos que hay para transitar la vida. Solo nos dejan ver uno: el camino de la subordinación.
Esa obra colectiva que es la realidad social la tejemos todos con cada uno de nuestros pequeños y grandes actos. Sin embargo, el rumbo de esa gran obra no lo ha fijado nadie (o lo hemos fijado todos sin conciencia del destino que nos hemos auto impuesto). Nuestra obra colectiva camina a la deriva como un loco que ya no se reconoce ni siquiera en las imágenes eruditas que hacen de él sus especialistas. Y las voces que, aún a costa del silencio impuesto, se afanan en nombrar otras posibilidades de la realidad no hallan forma de alcanzar acuerdos para caminar unidas.
Ante tal orden de cosas sostenemos la necesidad de dar un lugar al pensamiento crítico, aquel que nomina a la realidad sin concesiones. Pero esto no es suficiente. Al lado de la penetrante crítica urge un pensamiento pro creativo y cosmopolita que vincule realidades y que hilvane los andares de las resistencias vivas, mostrando no solo sus dimensiones impugnadoras sino también las innovadoras.
El observatorio HILVANARES se levanta así como un espacio que propone tejer una mirada profunda de la realidad, a la vez crítica y holística. La destrucción del punto de vista univoco supone la emergencia de una multiplicidad de formas nuevas y escondidas de mirar la realidad. El esfuerzo de reconciliar la realidad se acompaña del dialogo entre estos modos de ver el mundo. Hilvanar andares es el paso previo para abrir caminos. Caminos anchos y libres que permitan transitar a muchos y no solamente a pequeños grupos portadores de verdades.
HILVANARES es entonces, un lugar para observar, pensar y reflexionar la posibilidad de otras formas de vida, formas que se han de afirmar tanto en la arena de las relaciones personales como en el campo de las luchas políticas nacionales y globales.